domingo, 1 de febrero de 2009

NADAL EMPIEZA CON EL PIE DERECHO EL AÑO...


El español Rafael Nadal empieza el año con el pie derecho, al imponerse al suizo Roger Federer en el abierto de Australia.
Año nuevo, historia repetida. Y sí, porque mientras estos dos monstruos siguen haciendo historia grande, el final se repite ya como una vieja costumbre. Es que Rafael Nadal, ese zurdo español dueño de la mejor defensa del mundo, volvió a ganarle una gran final a Roger Federer, el talentoso diestro suizo que suele destrozar a todos sus rivales excepto a su sombra negra, al hombre que hace casi medio año le quitó el reinado.
Con un gran nivel de tenis, muchísima tensión y emoción, los mejores del planeta libraron otra batalla memorable, esta vez en la definición del Abierto de Australia. Y así empezó el 2009, con una finalísima de elite en el primer Grand Slam del calendario, cada uno brillando en lo suyo, con su libreto, aunque el helvético se equivocó más de la cuenta en el quinto set y la balanza se inclinó, una vez más, a favor del español.
Así, Nadal volvió a torcerle el brazo a Federer y se puso 13-6 en los duelos personales, aunque justamente esa marca se invierte si se toman en cuenta los títulos de Grand Slam ganados por cada uno. Ahora el rey logró su sexta corona en un Mayor, incluyendo los cuatro Roland Garros más recientes, Wimbledon 2008 y esta final en Melbourne. La particularidad es que cinco de las seis últimas conquistas fueron justamente en finales contra Federer.
Como si fuera poco, su registro en definiciones de Mayors es muy positiva: 6-2 (sólo cayó dos veces frente al suizo en Londres). En cambio, Federer se quedó con las ganas de poder igualar el famoso récord mundial del estadounidense Pete Sampras, de 14 títulos individuales de Grand Slam. El helvético continúa con 13, ya que acumula cinco en Wimbledon y en el US Open y tres en Australia. Y su karma sigue siendo Nadal, ese mismo de siempre.
El anterior zurdo en coronarse en el Abierto de Australia había sido el checo Petr Korda, en 1998, aunque el caso de este español es muy diferente, por ser más completo y además Nº 1 del mundo. Con esta victoria, Nadal le ganó los cinco últimos partidos a Federer y la segunda final seguida de un Grand Slam en canchas rápidas. Por lo tanto, si bien al suizo le dolió muchísimo haber perdido en Wimbledon ahora esta caída le impidió igualar a Sampras.
Por eso mismo, la historia se repite. Ahora bien, lo más importante e interesante es ver por qué ocurre esto. Indudablemente, en un deporte tan individualista como el tenis, en el que el rubro mental juega un papel determinante, sigue quedando en claro que Nadal le gana a Federer en el plano psicológico. Es que el español no afloja jamás en los momentos decisivos, los que deciden el rumbo de los encuentros, y el suizo sí pierde intensidad y precisión.
Más allá de estilos y gustos personales, de que Nadal es el indiscutido mejor en lo suyo, defendiendo como nadie y exigiendo siempre al adversario a disputar uno o dos tiros más para poder quebrarlo, y de que Federer es muy agresivo y busca atacarlo tomando la iniciativa con el saque y el drive, hay cuestiones tácticas que influyen, pero no quedan dudas, y menos a esta altura de las circunstancias, que la diferencia es mental.
Tengamos en cuenta, precisamente, que estamos hablando de que Federer es uno de los tres o cuatro mejores de la historia y que el mismo Nadal y varias figuras del pasado ya lo señalan como el rey de todos los tiempos. Pero el mix de consistencia, garra y concentración del español provoca un desgaste en el suizo que en el algún instante lo hace flaquear. Y eso marca, al fin de cuentas, una pequeña pero decisiva brecha. Así de simple.
Si recordamos la memorable final de Wimbledon del año último, una de las más apasionantes, y vemos los vaivenes en el juego y el marcador de esta definición en Australia terminamos llegando a la conclusión de que Nadal no da el brazo a torcer y de que Federer termina cometiendo errores claves, en especial ante la exigencia extrema de un oponente que devuelve todo y muchas veces mejor de como viene la pelota. Eso, mentalmente, tritura al de enfrente.
Por eso, ahora Nadal ya ganó más del doble de partidos que Federer en los enfrentamientos personales. Sin dudas, en mucho influye que se midieron varias veces en arcilla, donde el español es amo y señor, pero en los últimos tiempos la tendencia también lo favorece en superficies rápidas de distinta velocidad, lo que en parte ya causa cierta sorpresa. Es que seguramente no muchos creyeron que esto iba a pasar lejos del polvo de ladrillo.
Es innegable que a Federer le molesta enfrentar a adversarios zurdos, pero si a eso le agregamos una pegada como la de Nadal, muy cargada de top-spin, con efecto ascendente y hacia adelante, en forma cruzada, eso se potencia. El español lo exige con tiros abiertos y angulados, en especial sobre el revés, lo que le impide al suizo pegar cómodo en el centro de la cancha y dominar a voluntad, con velocidad, ángulos y variantes.
Para colmo, Federer sigue padeciendo el problema irresoluble de que Nadal le devuelve tiros que son inalcanzables para los demás colegas y en varias ocasiones termina ganándole esos puntos. Eso lo obliga al helvético a forzar muchísimo la máquina y a fallar más de la cuenta, porque de lo contrario no consigue marcar una ventaja. Y, como si fuera poco, es muy consciente de que el español nunca se entrega y sigue luchando cada pelota como si fuese la última.
Esta vez, Federer dejó escapar una ventaja de 4-2 y el saque en el set inicial, que luego cedió por 7-5. Se recuperó llevándose con autoridad el segundo, pero dejó escapar seis oportunidades de quiebre en el tercero, que lo perdió fácil en el tie-break. Allí volvió a sufrir un drama habitual ante Nadal: le falta de contundencia en los break-points, en general dejando derechas en la red. Levantó y se llevó el cuarto, aunque dilapidó todo en el último.
Si bien la supremacía psicológica de Nadal sobre Federer ya no asombra ni al más desprevenido, cuesta creer cómo el ex rey del circuito de la ATP pudo ceder el cuarto game del quinto set cometiendo cuatro errores no forzados consecutivos, incluida una doble falta, en intercambios sencillos, no al límite. Allí se terminó todo, porque el nuevo rey se puso 3-1 y sacó para ampliar la diferencia. Y lo selló minutos después, ya con la mesa servida.
Por eso mismo, decimos que la historia se repite. El propio Nadal abrazó a Federer, lo volvió a elogiar y le aseguró que ya igualará el genial récord de Sampras. Y, además, le recordó que le gusta jugar contra él. Claro, lo dijo por lo que significa Federer, por su grandeza y por su propuesta, pero también el español sabe que le tiene tomada la medida como nadie. Por eso ahora Nadal amplió su ventaja en el ránking. Por eso festeja tanto. Por eso es el merecido rey.

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